10 enero 2012

DETRÁS DE LAS CÁMARAS

En primer lugar quería desear a todos los lectores un feliz año 2012 y junto a la felicitación, mandar una reflexión, ¿qué podríamos hacer este año que viene para sentirnos algo más realizados?...
Estas lineas van dedicadas a las personas que, sin más objetivo que avanzar en una dirección "diferente" a la habitual, trabajan día a día con el único reconocimiento que el del anonimato, en diferentes sectores, diferentes países pero con el mismo espíritu.
Querría hacer especial mención a una pequeña organización no-gubernamental, la cual conocí hace unos años, de la manera más simple, un botón ENTER de un ordenador de sobre mesa, un teléfono viejo y por fin, una respuesta al otro lado de éste.
CCONG me abrió la puerta a un mundo desconocido en el que, una vez dentro, te sientes como en casa,
me refiero al mundo de la Cooperación y todas sus diferentes vertientes. He de reconocer que mi labor en aquel momento fue puramente experimental, y que sin lugar a dudas, mi saco de la vida se fue más lleno de lo que llegó, también se que aprendí más de lo que enseñé y que sin alas no se puede volar, en este aspecto querría mencionar que, la experiencia y colaboración son tan distintas como las personas, y que detrás de un gran grupo de voluntarios y de proyectos de desarrollo, deben existir unas personas que además de tener el espíritu del liderazgo, son extremadamente entusiastas y son éstas las elegidas, las que colocan tus alas. De echo, creo que en ninguna otra figura profesional he reconocido el sentimiento del entusiasmo como lo he hecho ante estos magos del altruismo.
Es por todos sabido que no son buenos momentos para ser altruista, si entendemos este termino con lo que se refiere a economía, por suerte significa algo más que eso, quizás una sonrisa a la persona que nos sirve cada día el café, un buenos días ¿qué tal? a quien nos cobra en el supermercado, una llamada a los tan olvidados ancianos de nuestro núcleo familiar, y... quizás nos daremos cuenta de lo muy gratificante que es, ver la felicidad en los ojos de las personas a las que queremos, y de las que no.
Por último quiero agradecer al equipo de CCONG, del que además tengo el placer de formar parte, su gran labor, su labor anónima, su trabajo detrás de las cámaras sólo con el objetivo de un mundo mejor.
Gracias.



Video dedicado a mi hermana. Con su sonrisa la vida es perfecta!

El Negro

Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.
Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos".



"Rosa Montero, El País, enero 2012"